
Hoy hace tres años que los Argentinos perdimos al Padre de nuestra Democracia, el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, quien supo ganarse el afecto y el respeto de la mayoría de los habitantes de nuestra patria, sin importar las banderas políticas, ideológicas o credos.
Alfonsín dejó un legado de democracia igualitaria, justicia, libre expresión, honestidad y transparencia como ningún otro.
Priorizó la erradicación del hambre y el analfabetismo, enjuicio a las Juntas Militares y sacó las leyes de Obediencia de vida y la de Punto Final.
Fue para los jóvenes de aquella época el ejemplo a seguir e imitar, por su sencillez humildad, firmeza y hombría de bien.
César Arrondo, participe del Foro Nacional de Historiadores Radicales, recordaba que este 31 de marzo se cumplirá el tercer aniversario del fallecimiento de Raúl Ricardo Alfonsín, Presidente de la Nación y uno de los últimos políticos con categoría de estadista, con lo cual, su figura trasciende a la Unión Cívica Radical.
Raúl Alfonsín ha sabido conjugar doctrina, pensamiento y acción política. Este magnifico dirigente que el radicalismo ha ofrecido generosamente al servicio del país, tuvo siempre una mirada profunda, conjugando un análisis certero del pasado, con las necesidades del presente y las pautas a seguir para construir el futuro de nuestro país, siempre teniendo en cuenta, que el objetivo era que todos los argentinos puedan ser protagonistas de un necesario cambio, y para que la Argentina encuentre su destino de grandeza, a partir de la construcción de una sociedad democrática y solidaria.
Son incontables las aportaciones de Raúl Alfonsín en sus escritos, documentos, o discursos ofrecidos en todo el mundo. De los mismos, se puede rescatar su pensamiento, como así también, su síntesis de las problemáticas de un mundo complejo, en el cual está inserta su amada Argentina.
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