Karina Birene, referente del barrio, consideró que el sector “debería convertirse en un portal turístico de la ciudad, pero que no es aprovechado para nada”. “Cuando llegás acá te quedás fascinado con el lugar, y eso que está en un estado de abandono”, expresó la mujer.
“No hay cartelería para prohibir que se encienda fuego, ni para que no se arroje basura. El otro día había un hombre carneando un chivo, muy fuerte”, comentó la mujer, quien en conjunto con los demás vecinos junta materiales para construir tachos de basura.
En el barrio, que ya tiene más de 28 años en la ciudad, viven unas 25 familias. Las casas están construidas a pocos metros del río y su vista es de continuos pájaros y cisnes.
Birene comentó que hace años reclaman a la Municipalidad que se instalen tachos de basura y que el camión recolector de residuos pase todos los fines de semana para llevarse esos desperdicios.
El camión recolector pasa cada 15 días, pero a los vecinos no les preocupa su basura, sino la que se produce a la orilla del río en particular durante los fines de semana.
Ante la falta de respuestas, los vecinos decidieron de a poco ocuparse ellos en mantener el paisaje. Por eso se juntan para recolectar la basura arrojada a la costa y riegan todo el sector para mantenerlo verde.
La bomba de agua justamente la compraron ellos, lo mismo que las máquinas para cortar el pasto. También se ocupan de plantar árboles y flores, y otra vecina pintó algunos carteles.
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