Por el ingeniero Osvaldo Gaiera
Las tecnologías que avanzan a diario, ha llevado a los consumidores domiciliarios a hacer un uso intensivo de la electricidad, como fuente de energía para hacer funcionar aparatos eléctricos y electrónicos. Electrodomésticos de línea blanca, microondas, procesadoras de alimentos, máquinas herramienta, televisión, computadoras, y un sinnúmero de aparatos de comunicaciones que se usan a diario requieren consumos crecientes de esta fuente de energía.
Cualquier usuario que conserve facturas de energía de varios años atrás, puede comprobar que año tras año su consumo, medido en kilowatts hora, va aumentando gradualmente.
Lamentablemente, muy pocos son los que tienen en cuenta que las redes eléctricas domiciliarias, algunas construidas hace muchos años, no han acompañado el crecimiento del consumo.
También, desde la prestataria del servicio eléctrico de la ciudad, hemos podido constatar que muchos domicilios presentan instalaciones precarias y no exentas de riesgo, al no respetarse las reglas elementales de seguridad eléctrica.
Muchos usuarios hacen importantes gastos en electrodomésticos y electrónica hogareña, y no actualizan sus redes internas de electricidad, con una inversión mucho menor a la realizada en los electrodomésticos.
Las reglamentaciones actuales de seguridad eléctrica exigen la colocación de elementos de protección, como termomagnéticas, disyuntores diferenciales y descargadores de sobretensiones, que correctamente instalados permitirían reducir los accidentes eléctricos y los siniestros que se producen por instalaciones deficientes.
Las estadísticas de bomberos reflejan que la gran mayoría de los incendios tienen su origen en fallas eléctricas. También, no son pocos los accidentes domésticos donde una descarga producida por las fallas de cualquier electrodoméstico puede tener como consecuencia desgracias personales.
De allí que es importante que los usuarios requieran los servicios de algún profesional o técnico especializado para verificar periódicamente el estado de sus instalaciones, colocando los elementos de protección que la técnica aconseja. También hay que adecuar las instalaciones cuando se incorporan nuevos equipos de gran consumo, como los acondicionadores de aire o los calefactores eléctricos. Efectivamente, son muy pocas las instalaciones domiciliarias que están adaptadas a este tipo de consumo, y conectarlos sin tomar las precauciones del caso puede acarrear desagradables sorpresas.
Se necesita reacondicionar y redimensionar las instalaciones eléctricas cuando se cambia el uso a una propiedad: Un inmueble originalmente destinado a vivienda familiar, cuando pasa a utilizarse como comercio o como taller, requiere la adecuación de sus instalaciones, pues seguramente los consumos de maquinarias, equipos e iluminación serán muy distintos de los correspondientes a la vivienda original.
Es importante destacar que los gastos que sea necesario realizar para adecuar instalaciones precarias o con muchos años de construidas, que no son aptas para satisfacer los actuales consumos de electricidad, siempre serán menores a los costos de los equipos eléctricos que se protegen; y ni comparar esos gastos con los daños que puede producir un incendio o las desgracias personales derivadas de una descarga eléctrica sobre un usuario.
Finalmente, como consejo a los usuarios: Utilizar siempre componentes eléctricos de primeras marcas. Existen en el mercado múltiples aparatos de bajo costo pero de prestaciones deficientes. Lamentablemente no hay en nuestro país una reglamentación estricta que regule la calidad de lo que se vende, ni entes que verifiquen el funcionamiento de muchos productos de dudoso origen. Ahorrar unos pesos usando productos “económicos” puede acarrear más dolores de cabeza, que invertir lo necesario y asegurarse que las instalaciones y las personas están adecuadamente protegidas.