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La dificil tarea de ser un ladrillero en Plottier

El ladrillo, que se vende a dos pesos la unidad, demora un mes en fabricarse. Pero si hay lluvia abundante y frío la demora puede ser de hasta 50 días, cuentan los expertos que viven y trabajan en la localidad neuquina.

El viento enarenado del pie de barda le pega en la cara a Silverio. La estepa colorada del norte de Plottier no se parece en nada a los campos verdes de la zona rural de Potosí, Bolivia, desde donde el hombre emigró hace menos de una década. Pero Silverio ve más allá de la tierra y el agua que día a día combina con técnicas milenarias para fabricar en el mismo patio de su casa los ladrillos con los que subsiste. Es que él, y las once familias de ladrilleros que en Plottier resisten entre los loteos y las petroleras, ven en esos rectángulos anaranjados la posibilidad de darles un mejor futuro a sus hijos.

Si bien los ladrilleros de las bardas de Plottier están amalgamados a la historia de la ciudad, hoy quienes hacen frente al sacrificado oficio de hacer de la tierra un elemento de construcción son inmigrantes llegados hace menos de una década de su Bolivia natal.

No trajeron el arte de cortar y cocer la tierra de su país. Lo aprendieron aquí, cuando sus compatriotas, antes que ellos, fabricaban ladrillos y les enseñaron el oficio.

A unos pocos les va bien. La mayoría, como Silverio, o su vecino Félix, aseguran que ganan "para vivir". Y no es menos si a la cuenta de que piden dos pesos por cada ladrillo que les tomó un mes fabricar, se agrega la presencia de un nuevo gran enemigo para su producción: las intempestivas lluvias devenidas de la mano del cambio climático.

Unos metros más al oeste del lugar donde está Silverio, Leonardo y su hermano cortan el barro que será en algún momento parte de una casa, o un edificio. En este predio en donde reina un solo árbol indeciso de brotar, nada pareciera indicar que es 2015. La única innovación tecnológica que emplean estos ladrilleros son los tractores con los que hacen girar la rueca del pisadero. Tractores que la mayoría de ellos alquila y que se suman a la larga lista de costos que deben afrontar entre los que extrañamente se encuentra la compra de la arcilla que utilizan.

"Acá la tierra no sirve más. Tenemos que comprar de la zona de China Muerta", cuenta Silverio. Mientras que Leonardo explica que "no nos vamos a donde está la tierra buena porque allá nadie iría a comprarnos. La gente sabe que los ladrilleros estamos acá".

Silverio acomoda una pila de ladrillos secos en lo que será una chimenea de cocción mientras mira al cielo. Se detiene unos segundos y sigue apilando ladrillos mientras cuenta que "el problema es la lluvia".

Así como casi todas las familias perdieron hasta 30.000 ladrillos en la inundación de 2014, las tormentas anunciadas para esta temporada ponen en jaque a estos productores artesanales de manos callosas y caras curtidas por el fuego de las quemas.

"Un ladrillo tarde un mes en hacerse pero ahora con este frío y las lluvias van a tardar no menos de 50 días", dice Leonardo mirando hacia arriba, allí donde está su nuevo enemigo.

Fuente: diario Río Negro.

Autor: Sergio Garro

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