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Por el año nuevo invitó a cenar a su casa a un solitario paciente del Hospital

Silvia y su hijo Ángel visitaron el nosocomio en la noche de sábado e invitaron a Jaime, un paciente de 50 años que no tiene familia ni lugar donde ir, a pasar la noche de año nuevo en su hogar.

Para los pacientes internados, la algarabía por el Año Nuevo no es más que un concepto lejano que se filtra por las ventanas del hospital bajo el sonido de los fuegos artificiales que no tienen luz ni color.

Así iba a ser la Nochevieja para Jaime, hasta que una visita inesperada lo llevó a recibir el 2017 en la mesa de una familia desconocida que le abrió solidariamente las puertas de su hogar.

“Lo cuento y se me pone la piel de gallina”, relató María Adela Reyes Alonso, la médica clínica que estuvo a cargo de la internación del Hospital Plottier el 31 de diciembre. Ese día, a las 9 de la noche, Silvia y su hijo Ángel entraron al edificio semidesierto y preguntaron si había pacientes que pasaran las fiestas en solitario.

Vestida de gala, maquillada y perfumada, Silvia no fue a una fiesta coqueta, sino a transitar los pasillos del hospital en busca de un nuevo comensal para su mesa. Se mezcló con los enfermeros, con los enfermos en estado crítico y con los familiares angustiados de los pacientes sin otra carta de presentación que su intención de dar amor.

“Me dijo que el día anterior había sentido una necesidad de alegrar a alguien que pasaría las fiestas solo”, aseguró María Adela sobre la mujer desconocida que prefirió no sacarse fotos ni hacer publicidad de un gesto que no vivió como una proeza sino como un acto cotidiano de bondad.

Jaime tiene unos 50 años y, aunque ya no lo aquejan los problemas de salud que lo llevaron al hospital hace un año, sigue internado porque no tiene familia ni una casa a donde ir.

En tantos meses, los médicos llegaron a conocerlo bien y, ante la pregunta de Silvia, no dudaron en señalarlo como el indicado para compartir la mesa de esa familia extraña.

“Se quedó mudo, como paralizado de la emoción”, recuerda la doctora, que notó complacida la alegría que le daba al hombre pasar las fiestas en la extraña calidez familiar que le darían veinte perfectos desconocidos.

Silvia estaba decidida a ayudar a cualquier persona y no hizo demasiadas preguntas sobre el paciente. Sólo consultó si tenía alguna dieta especial para saber qué servirle en la mesa. “A la 1:30 lo trajo de vuelta y él nos contó todos los detalles de la cena con mucha alegría”, relató la médica a LM Neuquén.

María Adela y sus compañeros, acostumbrados a trabajar durante las fiestas, se quedaron asombrados ante un gesto inédito en tantos años de profesión. “Es la primera vez que vemos una acción tan desinteresada de alguien y no quisimos que quedara sólo en una anécdota para nosotros”, aseguró.

La doctora no sabe si la mujer regresará otra vez a visitar a Jaime, su invitado especial en la última Nochevieja, pero sí está segura de que el paciente y la mujer sellaron un vínculo a través de un recuerdo inolvidable, cuando juntos vieron nacer un año lleno de bondad.

Autor: Sergio Garro

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