
Por Darío Hernán Irigaray
Está lejos. Llámalo, visítalo, sorpréndelo.
Está cerca, abrázalo, decile cuanto lo querés.
Ya no está. Recuérdalo de la mejor manera.
Nunca lo conociste. Imagínatelo como lo sueñas.
Estás distanciado. Acércate y descúbrete, mírate al espejo.
“Te quiero hasta el cielo, ida y vuelta en patineta”, me dijo mi hijo de tres años y medio una vez, en otra ocasión me abrazó fuerte, yo recién llegaba de trabajar, y me dio un hermoso beso y me dijo “te extrañé mucho”. Momentos únicos inolvidables que vive uno cuando es padre.
“Los chicos crecen tan rápido”, siempre escuchaba esta frase de chico y hoy que soy padre, digo que gran verdad, es así, pasan los días y crecen tan rápido, que uno se da cuenta del pasar del tiempo viéndolos a ellos.
Sentirse amado por un hijo es un regalo divino, inexplicable y a la vez tan encantador, que no se puede describir, y a la vez saber que uno es su sostén, quien lo abrazará cuando se sienta mal, lo cubrirá cuando sienta frío, te hace sentir una extraña “combinación de razón y sentimiento”.
Tantas frases contradictorias se cruzan con la crianza de un hijo, donde por ejemplo uno dice “no se que haría si le pasara algo”, y luego cuando se portan mal y hacen mucho lío uno dice “lo voy a matar”, cosa que más allá de decirla, jamás la haría.
Cuando mi hijo era pequeño le comenté a otro padre que había días que me acostaba a las tres de la mañana por que no se dormía, a lo que me comentó, “eso no es nada, mi hija que tiene 16 años, cuando sale a bailar yo no me duermo hasta que vuelve después de las 6”.
Muchas veces uno discutió con los padres, cuando no nos dejaban hacer esto o aquello, y con el tiempo, cuando empezamos a descubrir cuanta razón tenían, nuestros hijos empiezan a decirnos que no quieren hacer esto o aquello, y vemos como la historia se repite, aunque parece que por eso los podemos entender mejor.
Quizás es fácil dejar a nuestros hijos que se “enchufen con la tele” por horas, aunque es increíble lo que se disfruta compartir tan sólo unos minutos con ellos, reír juntos, jugar con los juguetes, abrazarnos, darnos “besos de narices”, mirarnos a los ojos, salir a la plaza, andar en bici, y muchas otras actividades que nos brindan libertad.
Ser padre es una etapa en la vida, donde nos permite también relacionarnos de otra manera. Siempre cuento que recuerdo cuando un cliente me preguntaba “¿vos tenés hijos?”, y al decirle que no, era como que no lo iba a entender si me contaba algo sobre sus hijos. Hoy, al ser padre, cambió todo, yo me pongo a hablar de las diabluras de mi hijo, las frases locas, como preguntarle “¿fuiste al baño a hacer pis?”, y el muy rápidamente me conteste “hace dos minutos”, y mis clientes me cuentan
“mi hijo es terrible, con solo 4 años le cambia los pañales a su hermanita”.
Las charlas se hacen eternas y muy gratas, cuando se comparten las vivencias de nuestros hijos, son como la continuidad de nuestra propia vida, y con el tiempo me voy dando cuenta como vivimos cada progreso, cada avance, con alegría, regocijo y satisfacción.
Por eso me viene a la mente la frase que dice “¿Qué harías si hoy fuera el último día de tu vida?”. Seguramente pensaríamos que eso no ocurriría, aunque estaría bueno vivirlo como si fuera así.
¡Feliz día del padre para este Domingo 17 de Junio!
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